Fanático de Boca y de Riquelme, no sólo sueña en Azul y Oro. Y es que si bien se desespera por conocer la Bombonera y conseguir una camiseta de Román, hay otra cosa que lo mueve por dentro. Andrés Sosa quiere más que nada en este mundo que su pequeño hijo también juegue al fútbol y que lo supere. «Me gustaría que lo haga mucho mejor que yo, seguramente así va a ser», dijo el volante de Juventud Unida en diálogo con La Excusa Deportiva. El nene tiene 4 años y ya asiste a una escuelita, pero tiene un largo camino por recorrer.
«Yo empecé en la escuela de fútbol Cooperativa de Caucete a la misma edad. Ahí aprendí todo, me enseñaron a ser buena persona. Cuando cumplí 9 pasé a San Martín y ahí estuve hasta los 21. Jugué en la escuelita, en AFA y llegué a disputar un partido en reserva y otro en la primera local», recordó.
Al Verdinegro llegó gracias a Enrique Moyano, un técnico que supo tener en la escuela de fútbol. «A él le agradezco por enseñarme lo que es el fútbol», dijo.
Posteriormente pasó a Peñaflor donde salió campeón 6 veces consecutivas. «Estuve 3 años, y jugué el Federal B. Luego pasé a Maurin, donde pude jugar con grandes amigos. Y este año firmé para Juventud Unida, donde espero poder volver a salir campeón ya que en Maurin siempre estuvimos entre los cuatro mejores, pero no se nos dio. Me queda esa cuenta pendiente», añadió.
Andrés asegura que es un volante de buen pie, con mucha voluntad y bastante temperamental. El joven de 27 años recuerda su primer gol de manera muy especial. Fue estando en Peñaflor, en un torneo contra Huarpe. Fue una felicidad doble porque ganamos 2 a 1, jugando desde los 10 minutos del primer tiempo con uno menos», contó.
Sin embargo, también atravesó momentos durísimos. «Lo peor que me pasó en este deporte fueron las muertes de dos amigos. Uno de ellos entrenando en futsal», señaló.
«Lo mejor es tener a mi familia siempre alentándome. También conocí muchísimas buenas personas y me hice de grandes amigos», finalizó.